AIRE FRESCO… las dos palabras que resumen mi voluntariado en la Cátedra Conversational Business.

Esta bonita historia comienza hace un año aproximadamente.

Yo estaba trabajando en una empresa, me sentía cómoda y feliz. Tenía unos compañeros estupendos con los que sigo en contacto y un buen jefe, a quien tengo un gran cariño y al que siempre le estaré agradecida por su apoyo. Pero las empresas cambian y con los últimos cambios no me sentía ni tan cómoda ni tan feliz, así que terminó aquella etapa después de 10 años y medio.

Tras esto me sentí aliviada, pero obviamente, también hubo incertidumbre. No quería seguir trabajando en el sector que acababa de dejar y para el resto me sentía un poco obsoleta.

Vislumbré un mundo donde la tecnología se utiliza para prácticamente todo, pero yo hacía varios años que no me reciclaba y hasta tenía olvidados los idiomas que había aprendido… Pensé hacer cursos, pero había tantas materias nuevas y desconocidas para mí que no sabía qué elegir ni por dónde empezar…

¿Dónde iba a trabajar con casi 50 tacos? Mi respuesta era clara: ni idea.

Por suerte contaba con un AS en la manga; Jose Pérez, Director Estratégico de la Cátedra, al que conozco desde hace años y que había seguido toda mi trayectoria laboral desde sus inicios.

Ante mi desasosiego de hace un año él me aconsejó que durante unos meses me olvidara de todo, me reseteara la cabeza y que hasta que no la tuviera despejada no decidiera nada sobre mi futuro laboral.

Me estuvo hablando de la Cátedra de Negocio Conversacional, aún estaba en proyecto pero ya sonaba muy interesante.

Meses más tarde, cuando ya estaba despejada y harta de estar en casa, Jose pensó que podría contribuir positivamente en la Cátedra, no me ofreció un trabajo, pero si una lucecita al final del túnel… Así que acordamos convertirme en voluntaria y dedicarle mis mañanas durante unos meses.

 

La experiencia está siendo estupenda.

Lo primero que sentí al llegar fue un buen ambiente de trabajo y desde entonces me pregunto cada día ¿hoy que voy a aprender?

Aparte de aportar mi experiencia y saber hacer, no he dejado de aprender.

Pese a haber estudiado informática me he puesto al día en muchas tecnologías que desconocía y que ahora ya manejo: softwares nuevos, redes sociales, herramientas, aplicaciones, etc. …(antes no tenía ni perfil en Linkedin).

Me he reciclado en muchos frentes, uno de ellos es el inglés. Lo tenía olvidado después de tantos años sin utilizarlo. Sin embargo, ahora lo practico con mis compañeros, lo cual me está ayudando muchísimo a recuperarlo y siento que estoy creciendo como profesional.

inaguración cátedra

Colaborar aquí me ha abierto la mente y ha cambiado mi visión sobre el uso de las aplicaciones que usamos a nivel personal y cada vez entiendo más cuando dicen que el mundo es conversacional.

Ahora que manejo a diario los distintos canales de comunicación como  WhatsApp, Telegram, Facebook, Instagram, LinkedIn, Twitter, Twitch, etc., he aprendido que la utilización de las redes sociales ya no es solo para uso personal, sino que ahora las empresas gestionan sus negocios, las entidades gubernamentales se comunican con sus ciudadanos, las universidades estrechan la relación con sus alumnos, etc. …

Toda la información está más accesible y la comunicación es más fluida.

A nivel personal me ha sorprendido que hoy en día ya no hace falta ser un informático con grado universitario para convertirse en un profesional digital.

Sobre todo las tecnologías de negocio conversacional. Por ejemplo las aplicaciones de mensajería instantánea o chatbots, han hecho que la tecnología de última generación facilite su uso a cualquiera que lo desee utilizar, ya que no requiere ningún conocimiento especial de programación.

Estar colaborando con una Cátedra que se dedica a compartir este conocimiento y  acercarlo tanto a jóvenes con ganas de desarrollar su talento digital, como a personas que quieran reciclarse profesionalmente. Instruyéndoles en una de las profesiones emergentes del negocio conversacional, y que va a ayudar a tantos colectivos, hace que me sienta orgullosa.

En una sociedad donde cada vez es más grande ese grupo de gente denominado «ninis», algo que me indigna a la vez que me asusta, aquí desde la Cátedra veo algo muy distinto.

Encuentro a chavales con ganas de estudiar, de aprender, de mejorar, de triunfar…  dispuestos a invertir gran parte de su tiempo al estudio en vez de malgastarlo. Sinceramente, a mí me ha devuelto la esperanza casi perdida en los jóvenes de hoy en día.

Esto me ha recordado a cuando yo tenía 22 años, trabajaba en la universidad mientras acababa mis estudios, aprendía idiomas y hacía tantos cursos complementarios como me era posible. Hace algunos años que no he podido dedicarle tiempo a estudiar.

Pero ahora, al volver al mundo académico, he recuperado a esa chiquilla inquieta y curiosa. Me siento de nuevo con esa juventud y esas ganas de aprender, de mejorar, de hacer cosas nuevas… y es exactamente lo que estoy haciendo mientras ayudo en este interesante proyecto.

¿Por qué soy voluntaria a los 48 años? Porque a veces en la vida solo necesitas eso… un soplo de aire fresco.